Cuando tomamos la decisión de incorporar una mascota a la familia hemos de tener muy claro que no es un animalito de peluche que adornará nuestra habitación.
Una mascota es un ser vivo que traemos a nuestra casa y al que tendremos la obligación, tomada libremente, de dedicar una parte de nuestro tiempo.
Es un compromiso, un compromiso a largo plazo. La mascota viene a ser un nuevo miembro de la familia. Al incorporarla a nuestra vida estamos aceptando que deberemos prestarlo toda la atención y cuidados que, como un ser vivo que es, va a necesitar.
Y al hablar de cuidados no nos referimos solo a proporcionarle el alimento que necesite. Nuestro animal de compañía tiene unas necesidades y los dueños somos los responsables de que esas necesidades queden absolutamente cubiertas.
Informarse bien antes de elegir una mascota
Hay que elegir el animal que se convertirá en nuestra mascota, o lo que es lo mismo en un nuevo miembro de la familia, con mucha responsabilidad, averiguando todo lo necesario sobre él:
- Tipo de dieta: la dieta cambiará en las diferentes etapas de su vida.
- Lugar dónde debe vivir: si necesita algún recinto especial.
- Rasgos biológicos: cuanto suelen vivir, reproducción, etc.
- Medidas sanitarias: vacunaciones, cuidados necesarios para que la relación con la mascota no suponga ningún riesgo para la salud.
- Coste económico: hay que alimentarla, llevarla al veterinario, comprar accesorios, etc.
Pensar en el animal más conveniente
No hay que comprar, o mejor adoptar, un animal de compañía sin pensarlo detenidamente. No es un juguete del que podremos deshacernos al cabo de unos pocos meses.
Hemos de elegir el animal que más se adapte a las necesidades de la familia y también al espacio que tengamos en nuestra vivienda.
Hay animalitos que necesitan muy poco sitio y que también nos exigirán poco tiempo pero otros necesitan más espacio y nos demandarán una cuota de dedicación mayor.
Si decidimos, por ejemplo, elegir un perro como animal de compañía debemos ser conscientes de que no es aconsejable, si vivimos en un piso pequeño, que sea un perro de gran tamaño ya que este necesita mucho más espacio.
Pensar cuidadosamente que tipo de animal elegir e implicar en la elección a toda la familia es lo mejor pues la mascota será un amigo para todos.
Una mascota puede ser el mejor de los amigos
Los animales aman a sus dueños incondicionalmente, y tener una mascota a la que cuidar, en muchos casos, mejora la autoestima, evita la soledad y nos ayuda a estar mejor física y mentalmente.
Los niños que pueden disfrutar de la amistad de una mascota desarrollan un mayor sentido de la responsabilidad, pero es muy importante que los adultos no olvidemos que los verdaderamente responsables somos nosotros.
No importa si se trata de un perro, de un gato, de una araña, o de una rata. Cuando decidimos que ese animalito va a ser nuestra mascota, debemos comprometernos a que no solo nosotros disfrutaremos de tenerlo, sino que él también disfrute con nosotros. No olvidemos en ningún momento que se trata de un ser vivo, que siente y sufre.
Ante todo aceptar el compromiso
Adquirir una mascota significa aceptar un compromiso con el animal que durará tantos años como viva nuestra mascota.
Casa vez son más los animales abandonados porque se compraron sin pensar y cuando crecen dejan de parecernos graciosos y necesitan más tiempo, más cuidados e incluso un desembolso económico mayor.
Si no estamos dispuestos a asumir con absoluta responsabilidad un compromiso de por vida con nuestra mascota es mejor abandonar la idea de tenerla.
El amor es imprescindible
Pero es MUY importante tener en cuenta que es tanto o más necesario, darles amor como darles comida. Por eso, no lo olvides: una mascota es un amigo. Tu mascota es tu compañera, y al mismo tiempo tu responsabilidad, ya que su vida está en tus manos.
Recuerde que adquirir una mascota es una responsabilidad que asumimos a largo plazo.