imageHay gente que abandona, gente que deja todo tipo de perros y gatos en la calle a su suerte. Una suerte que casi siempre acaba siendo mala.

Gente, muchísima gente, miles, que casi en su totalidad duermen todas las noches a pierna suelta sin preocuparse por la mala suerte que habrá corrido su abandonado.

Seguro que esa gente ha pasado hambre por unas horas. Saben lo que es esa sensación y a poco que quisieran podrían imaginar el hambre dolorosa del que pasa días sin comer en condiciones y se ve forzado a ingerir cualquier cosa que encuentre para sobrevivir.

Seguro que han experimentado dolor alguna vez. Un hueso roto haciendo deporte. Un corte accidental. A poco que quisieran podrían imaginar lo que es el dolor de un atropello, de una paliza, de una caída que te parte hasta el alma.

Seguro que se han sentido solos en alguna ocasión. De niños, perdidos, sin localizar a sus padres en la multitud. O adultos, en casa, aplastados por la oscuridad interior. A poco que quisieran podrían imaginar lo que es verte desamparado, desorientado casi hasta la desesperación, lejos para siempre de aquellos que eran tu única promesa de seguridad.

Y luego hay gente que es capaz de imaginar todo eso. Gente que jamás abandonaría a un animal con el que hubiera adquirido un compromiso. Gente que entiende de verdad lo que significa responsabilizarte de un ser vivo.

imageGente que cuando ve esos animales abandonados no puede mirar hacia otro lado. Gente que se complica la vida acogiéndoles, buscándoles un hogar. Gente que, aunque suponga dinero, pérdida de energía, discusiones familiares… hace lo que puede para poder seguir mirándose al espejo.

Gente que en ocasiones lo único que puede hacer es dar agua, sombra, caricias y alimento y sigue su camino dejando atrás a ese animal. Gente que cuando sigue su camino jamás deja del todo atrás a esos animales e incluso en la distancia hace lo que puede por ellos.

Gente que de no poder abarcar todo lo que se encuentra a veces se traiciona a sí misma mirando hacia otro lado.

Recuerdo a un voluntario de una protectora que me contaba que cuando iba en coche daba largos rodeos para evitar polígonos industriales y que por determinadas zonas iba sin separar la vista del frente para no ver esos animales que no podía ayudar, que se le quedarían grabados para siempre en la memoria.

Y se sienten culpables. Culpables ellos que no pudieron ayudar más cuando los que abandonaron no experimentan ni una pizca de culpa.

Hay gente y hay gente que no es gente.

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* Hace cinco años. Y seguiré clamando en el desierto el tiempo que haga falta.

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Me escriben de la asociación Equipo Bastet, que están desbordadas y a las que les siguen llegando cachorros de biberón, esta vez abandonados en una caja de zapatos.

Una vecina nuestra se encontró una caja de zapatos en su puerta al llegar a casa. Al abrirla, ¡SORPRESA! Dos bebés de apenas tres semanas liados en un trapo de mano. Está claro que estos bebés han estado con una mami ya que se ven sanos, limpitos y bien alimentados. NO queremos ni pensar la agonía de esa madre buscando a sus bebés y estos bebés que la han perdido. La acogida los está cuidando de lujo pero todos sabemos que no tiene comparación. Si esa mamá estuviera castrada, estas cosas se evitarían. Los hemos bautizado Elsa a la blanquita y Olaf al negrito.

Están en Murcia pero se envían a otras provincias. Se entregan cuando alcancen la edad de dos meses con chip, vacuna, cartilla, desparasitados y compromiso de castración. No es necesaria adopción conjunta.

Contacto para adoptar.