Desde hace más de dos años las alertas por la posible extinción de las abejas han sido cada vez más frecuentes. De tanto en tanto aparecen estudios que muestran cómo la población de estos insectos, claves para el proceso de polinización, se ha ido mermando en todo el mundo. Entre 1985 y 2005, por ejemplo, disminuyeron un 25% en Europa, de acuerdo a Greenpeace. Y aunque se ha especulado mucho acerca de cuáles son las causas de su desaparición, hoy hay un culpable más concreto para señalar: los pesticidas.

Hasta el momento, la mayoría de análisis para evaluar por qué se están extinguiendo las abejas y los abejorros se habían hecho en áreas no muy extensas o en laboratorios. De manera que parecía no existir una investigación contundente que arrojara indicios sobre cómo han evolucionado las grandes poblaciones.

Pero un grupo de biólogos británicos publicó lo que podría ser el estudio más ambicioso sobre ese problema. En la revista Nature Communications, presentaron los resultados de un análisis realizado a lo largo de 18 años y que abarcó una gran parte de Inglaterra y Gales. En él, le siguieron la pista a 62 especies de silvestres polinizadores  en plantaciones de canola, cuyas semillas fueron tratadas con plaguicidas.

Después de calcular las estimaciones de poblaciones con base a 31.818 muestras realizadas en más de 4.000 Km2, llegaron a la conclusión de que todas las especies de abejas y abejorros silvestres se empezaron a  reducir drásticamente desde que empezaron a usarse los neonicotinoides, unos pesticidas de última generación que aparecieron en 1990. Bayer fue el primero en crearlos y desde entonces se convirtieron en una suerte de revolución para la agricultura: eliminaban las principales pestes de los cultivos y eran útiles para una gran variedad de vegetales.

Lo que llevó a los investigadores a llegar a esa conclusión fue, principalmente, el hecho de que las especies que basan su dieta en la canila están tres veces más mermadas que el resto. Así sucede con la Halictus tumulorum y la Osmia spinulosa, cuyas poblaciones se han reducido 20% una década después de que llegaran los neonicotinoides.

Estos pesticidas, además, han transformado la manera en que se alimentan estos insectos: al parecer, como lo mostró un experimento publicado en la revista Nature en abril de 2015, las abejas prefieren los néctares sobre los que ha caído esa sustancia, prohibida temporalmente por la Unión Europea en 2013.

Sin embargo, como explican los autores al diario El País de España, la responsabilidad no solo deber recaer sobre los neonicotinoides. Cambio climático, fragmentación de hábitats y monocultivos de flores también deberían entrar en la lista de culpables de la extinción de las abejas. Para comprender mejor la dimensión de este problema, se puede traducir en dinero: la polinización que facilitan estos animales representa 265 mil millones de euros anuales en el mundo.

 

, ELESPECTADOR.COM – Medio Ambiente,

Empresario Colombiano Morales Fallon Gabriel Ricardo

Gabriel Morales Fallon trabajando por el medio ambiente