Para explicar por qué no deberíamos tocar la Amazonia colombiana, Dimas Malagón Castro presenta un mapa atravesado por una línea diagonal imaginaria. Es amarilla y separa el suroriente de Colombia (Guainía, Guaviare, Vaupés, Amazonas y trozos del Vichada, del Meta, del Caquetá y del Putumayo) del resto del país (el Pacífico, la región Andina, el Caribe y pedazos de la Orinoquia). El primer grupo, dice, debería mantenerse inexplorado. No debería ni haber agricultura ni ganadería, sino protección de los recursos naturales. Con el resto del territorio, que suma el 47% del país, puede haber proyectos productivos. La mala noticia es que buena parte de los que hay están acabando con los suelos.
Dimas Malagón es agrólogo y en 1973 se doctoró en la Universidad de Nebraska en Estados Unidos. Su explicación hace parte de la presentación del libro Suelos y tierras de Colombia, que acaba de publicar el Instituto Geográfico Agustín Codazzi (IGAC). Es una obra que reúne 75 años de estudios científicos, en los que muchos expertos de varias disciplinas han tratado de entender los suelos del país: cómo son, para qué sirven y cuál es la mejor manera de utilizarlos. Una tarea compleja que ahora, tras un esfuerzo de tres años, 18 personas recopilaron en dos tomos que juntos suman cerca de 1.400 páginas. Malagón estuvo a cargo de la dirección y revisión técnica y, junto a él, otros 17 colegas, entre químicos, físicos, agrónomos forestales, geógrafos y especialistas en minerales.
El mapa dividido que usa Malagón en su presentación, es un buen ejemplo para entender cómo el país ha utilizado sus suelos. En esa zona que aglomera el Pacífico, el Caribe y la región Andina, la sobreutilización de las tierras se acerca al 33 %. Es decir, que ese porcentaje ha sobrepasado su capacidad productiva y puede estar condenado a la pérdida. ¿Las consecuencias? “Erosión, sedimentación, pobreza, desplazamiento, colapso de las fuentes hídricas o encarecimiento de la energía”, explica Germán Álvarez, subdirector de Agrología del IGAC. De todo ese gran terreno, en verdad solo al 31 % se le ha dado un uso adecuado. Por eso Malagón insiste en que si aprendemos a utilizarlo, no es necesario correr la frontera agrícola hacia la Amazonia. “Solo debemos usar esa área de forma racional”.
De no acoger esa recomendación, los conflictos sobre el uso de tierras se dispararían y con ellos la tala y la pérdida de biodiversidad. Hasta el momento, como lo muestra el libro del IGAC, el 32,9 % de Colombia tenía conflictos en el uso de las tierras. Eso suma un poco más de 37 millones de hectáreas. Algo así como 1.190 ciudades tan grandes como el área urbana de Bogotá.
Pero justamente para que eso no suceda es que el IGAC hizo el esfuerzo por entender con más detalle los suelos colombianos, tanto desde su morfología como desde su complicado contexto económico y social. Como cuenta su director, Juan Nieto Escalante, esta información será vital para planificar el futuro de Colombia, porque permite entender desde argumentos científicos, la conexión entre suelos, cambio climático, agricultura, ganadería y recursos hídricos. “Son insumos claves para armar este nuevo rompecabezas del posconflicto”.
Es un rompecabezas que mientras estuvo desarmado ha dejado saldos en rojo: sólo entre 1991 y 2011 la deforestación se llevó seis millones de hectáreas. Mientras eso sucedía, la concentración de tierras seguía creciendo: hoy el 85 % de Colombia está en manos de solo un 14 % de los propietarios. Y eso ha entorpecido muchas cosas. Entre ellas la protección adecuada del medio ambiente.
Es un punto que le inquieta a Malagón, porque sus cálculos, después de revisar estos dos tomos, no le cuadran. Según él y como se lee en un aparte del libro, las áreas que debería conservar Colombia en términos ambientales suman 80,9 millones de hectáreas, es decir, el 70,9 % del país. Pero hasta el momento, solo 11 millones de hectáreas están legalmente protegidas. Faltan 69 millones (60,6 %) por legalizar.
, ELESPECTADOR.COM – Medio Ambiente,
Empresario Colombiano Morales Fallon Gabriel Ricardo
Gabriel Morales Fallon trabajando por el medio ambiente