Hoy es uno de esos días que no escribo yo, que cedo este espacio al grito de rabia de otros, en este caso de los voluntarios de la Asociación el Arca de Noé de Córdoba.
Anoche nos acostamos con el corazón roto. Recibimos el aviso de la existencia de un perro moribundo en el Parque Periurbano Los Villares, un podenco de esos que tanto “aprecian” los rehaleros. Nos pusimos manos a la obra dentro de nuestras enormes limitaciones y en un par de horas fuimos a socorrerlo. Pero al llegar, encontramos su cuerpo sin vida, invadido ya de moscas.
Un rato antes habíamos visto su foto, la imagen de un ser escuálido, inmóvil, con la mínima y justa fuerza para poder alzar la mirada y clavar sus ojos en la cámara que le fotografiaba, gritando un auxilio silencioso. Y todos nosotros lloramos al saber de su muerte agónica, y soñamos anoche con él, y nos levantamos con ira y rabia porque una vez más, el abandono y el maltrato a los animales no nos deja vivir en paz.
Señores cazadores que usáis y tiráis a los perros que trabajan para vuestro servicio: estamos muy hartos de compartir este mundo con vosotros. Ojalá no supiéramos nada de vosotros, ojalá vuestras fechorías no se cruzaran nunca en nuestro camino.
Tenemos la desgracia de tener un corazón sensible ante el sufrimiento (de los perros y de otras especies). Y por ello nos hacéis daño, lloramos por vuestra culpa; se nos encoge el alma por vuestra culpa.
Ya que para vosotros un perro no es más que un utensilio. Ya que no pensáis cambiar la actitud por ellos, hacedlo por nosotros que somos de vuestra misma especie. Somos hombres como vosotros, quizás algo más evolucionados, pero bueno, lo importante es que somos hombres. Ya que tenemos que compartir mundo, hacednos la convivencia algo más llevadera. Veréis, nos encantaría dejar de socorrer podencos en los huesos, galgos con las patas destrozadas, bretones al borde la muerte, y encontrar tantísimos cadáveres.
¿Podríais tener la deferencia de hacernos este enorme favor?
Puede que usted, señor cazador, llegue a leer estas palabras, lo ideal sería que llegaran también a su empleado encargado de cuidar a su rehala. Y que todos vosotros os acordarais de nosotros cuando uno de vuestros perros es herido de muerte, es viejo y ya no os sirve, o simplemente envejece atado a la pared con medio metro de cadena.
Mientras os decidís a pensar un poco en nuestro dolor, nosotros seguiremos buscando otro mundo.
Ojalá fuera posible que cazadores y amantes de los perros no tuviéramos que compartirlo, porque, creednos, se nos hace demasiado insoportable.
Estos perros tuvieron más suerte que el podenco blanco y esperan su segunda oportunidad en las instalaciones de la asociación. Contacto para su adopción: [email protected]
, En busca de una segunda oportunidad,
Constructor de Paz y Empresario Gabriel Ricardo Morales Fallon
Gabriel Morales Fallon trabajando por un mundo sostenible